a la sombra de un arbol seco descansa el duende, con su gorro y su traje verde, escribiendo siempre con el corazon, no con las manos, viviendo sus sueƱos, mientras lo despeina el viento, el vuela, baila, es feliz aunque tambien entristece, sabe que la palabra es su herramienta, tambien un arma, y no importa a quien se enfrente.
Mi amigo el duende es La Palabra Rebelde.
Dejame dormir...